Había escuchado hablar sobre Alfred Hitchcock muchas veces. Sabía que se trataba de un director de cine, que era famoso y que había sido exitoso en Hollywood, pero nunca había visto alguna de sus películas. En «El cine según Hitchcock» Francois Truffaut entrevista al hombre que llegó a ser uno de los cineastas más influyentes de la historia.
“La Ventana Indiscreta” (Rear Window – 1954) cuenta la historia de un hombre que tiene que hacer reposo por haber sufrido un accidente y aburrido en su departamento comienza a observar a través de su ventana la vida de sus vecinos. Descubre diferentes tipos de personas, edades, conductas humanas, “un pequeño catálogo de comportamientos, el espejo de un pequeño mundo”. Todas las historias tienen como punto en común el amor: la mujer sola, los jóvenes recién casados, el músico soltero que se emborracha, la pareja joven sin hijos que tiene un perrito y la pareja de adultos casados que tiene peleas cada vez más violentas. El protagonista es un mirón y el espectador espía junto con él. Este hombre que está inmovilizado en su casa, se mete en vidas ajenas al punto que se emociona y sufre con lo que le pasa a cada uno.
Esta figura del voyeur aparece también en «Psicosis» (Psycho – 1960) una de las películas más vistas alrededor del mundo, en donde cuenta la historia de una secretaria que roba dinero de la oficina en la que trabaja y se escapa de la ciudad. Luego de conducir durante muchas horas llega a un motel y es asesinada mientras se está bañando. Aparece de nuevo la ventana y detrás de ella alguien que espía: ¿es la madre de Norman Bates?. Hitchcock mete al espectador dentro de la trama, lo hace cómplice y lo engaña.
La ventana es el símbolo que representa el límite de lo público y lo privado. En La ventana indiscreta la cámara va de adentro hacia afuera. Sale de una habitación, atraviesa una ventana y muestra desde afuera la vida de los otros. En Psicosis la cámara sigue su camino hasta que se mete adentro de una habitación y nos muestra la intimidad de una pareja: “En el arranque de Psycho, sentí la necesidad de inscribir en la pantalla el nombre de la ciudad, Phoenix, luego el día y la hora en que comenzaba la acción y todo ello para señalar este hecho importante: eran las tres menos diecisiete minutos de la tarde y es el único momento durante el cual esta pobre muchacha, Marion, puede acostarse con Sam, su amante. La indicación de la hora sugiere que se priva de almorzar para hacer el amor. Es como autorizar al público a que se convierta en «voyeur»”
El humor es otro de los grandes puntos del director: Psicosis es “una historia seria contada con ironía”. Existen momentos en los guiones de Hitchcock donde el humor le gana al suspenso y la risa le gana al miedo. Podríamos describir esas situaciones como bizarras, ya que están al borde de lo inverosímil. “Si se quisiera hacer un film serio con Psycho, se presentaría un caso clínico; no habría por qué introducir en él ni misterio ni suspense. Sería necesario que el material lo constituyera la documentación de una historia y, como ya lo hemos discutido, a fuerza de verosimilitud y de buscar lo plausible, se terminaría por rodar un documental. Por tanto, en los films de misterio y de suspense, no puede uno pasarse sin humor”.
Hitchcock logra que el espectador abandone su moral y genere empatía con personajes que cometen ilícitos. El villano también puede ser bueno y la trama lo justifica de algún modo: Norman Bates es víctima de su madre y de sus propios desórdenes psíquicos. Marion roba el dinero de un millonario fanfarrón y es la única forma de empezar una nueva vida. Jeff espía la intimidad de sus vecinos pero necesita encontrarle una solución a sus problemas con el amor. Además, cada uno de los personajes introducidos en el guión tienen una finalidad y lleva adelante un mensaje social y hasta político. En La ventana indiscreta se muestran todas las formas del amor, según las edades y las circunstancias, Grace Kelly es hermosa pero sus intereses no son profundos. En Psicosis hay un alguacil religioso que confía en la apariencia y los dichos de un jóven ermitaño, hay un investigador privado con buenas intenciones pero demasiado inocente, un tejano millonario y fanfarrón que intenta ejercer su poder sobre la voluntad de la secretaria y un amante sospechoso.
Su formación en el cine mudo hizo que en sus películas prevalezca el lenguaje audiovisual, el desinterés por los diálogos y la capacidad de señalar las emociones a través de los gestos de sus personajes. “Contar menos y mostrar más” tiene hoy plena vigencia. Treinta y ocho años después de la muerte del cineasta sus películas siguen siendo sorprendentes.-
Alida Könekamp