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La importancia de contar un viaje

Durante mucho tiempo creí que las personas viajaban para contar historias. De eso se trataban los viajes, al menos, en mi familia. No importaba a dónde estábamos yendo, si quedaba lejos o cerca de casa, si ya habíamos pasado otras veces por el mismo lugar, si era en auto, en colectivo o en tren; la tarea era siempre la misma: mirar afuera, prestar atención, aprender.

– Miren el camino, miren afuera, presten atención, aprendan – repetía papá cada vez que dábamos un cabezazo de sueño.

Dormir no era una opción. Jugar a las cartas, tampoco. Teníamos que aprender a contar el viaje y cuando volvíamos a casa, rendir el examen.

– Cuéntenme a dónde fuimos – nos pedía a mis hermanos y a mi – con todos los detalles posibles 

Pretendía que le recitemos una suerte de relato cronológico que incluyera, de ser posible, números de rutas y referencias como carteles, estaciones de servicios, nombres o características de personas que habíamos conocido. Cuando crecí y la costumbre siguió, la cuestioné. No entendía la importancia de contar el viaje, creía que lo principal era estar ahí, disfrutándolo y que sea solo para uno mismo. Incluso me molestaba, lo veía como un acto de vanidad, eso de contarle a otro a dónde habíamos ido. Algo así como Instagram y sus fotos, solo que un poco más vintage.

Ayer fue el décimo encuentro de TEDx Rosario y mientras pedaleaba de vuelta a casa, después de un día entero de charlas inspiradoras, sentí que me había ido de viaje. A medida que escuchaba las historias de los oradores, viajé a distintos lugares. A las ciudades de su infancia, a mi pueblo, a sus sueños, a los míos, imaginé posibilidades, me emocioné y volví. A la noche, en una cena con amigos, Lele me preguntó – ¿Qué tal Tedx? 

Le conté que el tiempo estuvo espléndido y que la convocatoria fue exitosísima. Que la organización había sido impecable y que había jóvenes, adultos y abuelos. Que nos había permitido soñar, reponer la esperanza, entender que las opciones son infinitas. A medida que contaba mi relato, otras imágenes venían a mi cabeza, nuevas fichas iban cayendo y de golpe entendí que esas charlas estaban haciendo efecto en mí mientras las contaba.

Las siglas TED significan: tecnología, entretenimiento y diseño. Es una organización estadounidense sin fines de lucro, dedicada a difundir ideas que valen la pena (“ideas worth spreading” es su lema). Fiel a su misión, TED creó a principios del 2009 el programa TEDx, que está diseñado para darle la oportunidad a comunidades, organizaciones y personas de estimular el diálogo a traves una experiencia similar a las conferencias TED. Si bien se siguen directrices generales provistas por TED, cada evento es planteado y organizado de forma autónoma. En Rosario se denomina TEDxRosario, donde la x significa “evento TED independiente organizado localmente”.

El sol estaba fuertísimo en el anfiteatro Humberto de Nito, pero había siete mil personas esperando para entrar. Estabamos preparados: cada uno tenía su cantimplora con agua, gorro, protector solar y una vez sentados en las gradas de cemento, el alivio llegaba cuando nos ventilaban las hélices del dron que sobrevolaba. Nada parecía boicotear las ganas de escuchar a esas personas que tenían algo importante que decir. El primer bloque empezó con un show de zapateo americano. Cuatro mujeres interactuaron con el público utilizando su cuerpo como instrumento percusivo. Después de ellas, tocó una orquesta llamada La Ilusión que fusiona ritmos de toda Latinoamérica y, por último, se hicieron presentes en el escenario dos conductores para dar lugar al primer orador.  

Fui para atrás en mi memoria y me encontré con el primer orador.

Los viajes se pueden contar de muchas maneras. Podemos explayarnos, ser escuetos, hacer foco en una sola cosa, destacar lo que sobró – en Tedx por ejemplo, música, gente, cerveza artesanal y sol – o lo que faltó – opciones de comida vegana – describir las paradas, los carteles, las personas que conocimos. Podemos hablar de lo que sentimos o de la expectativa previa y el balance con lo encontrado, pero sin el ejercicio de contar nos perdemos de hacer las conexiones más importantes. Es contándola cuando repasamos la historia y la hacemos nuestra. Ayer en Tedx Rosario y después de mucho tiempo entendí por qué mi papá me enseñó a contar el viaje.-

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