¿Qué hombre es lo bastante fuerte como para rechazar la posibilidad de la esperanza? Paul Auster
onocí a Pablo Colacrai en el taller literario de Alma Maritano. El era su coequiper: definía los temas y los autores que estudiábamos y corregía, a la par de Alma, los textos que llevábamos los talleristas. En la primer clase leímos “La mujer del boticario” de Chejov, y recuerdo a Pablo diciendo que en ese texto cortito y simple podíamos ver con absoluta claridad qué era un cuento. Sus palabras estaban llenas de admiración cuando explicaba los recursos, el modo y los resultados asombrosos a los que llegaba Chejov a partir de una historia sencilla y cotidiana. Salí del taller y fui directo a una librería en busca de ese escritor ruso al que escuchaba por primera vez pero quería devorar.
Pablo presentó hace unos días su nuevo libro: Nadie es tan fuerte. Es un libro de cuentos con historias de personas comunes, que viven vidas corrientes, que sienten, sufren y tienen miedo; pero que también se ilusionan, sueñan y esperan. Pablo ve cómo funciona la escena, enfoca y hace zoom en lo que pasa adentro de ese personaje y nos muestra ese torbellino de una manera precisa, dulce y como en rallentando. El monólogo interior aparece en escena y da las vueltas que tiene que dar, va y viene, llega pero se empantana, hasta que Pablo lo saca a flote.
Nadie es tan fuerte fue editado por Modesto Rimba, una editorial porteña que tiene apenas dos años, pero muchos títulos publicados; y fue presentado en Rosario, en la Biblioteca Argentina, en una ceremonia súper emotiva. En esta foto están de derecha a izquierda Pablo Colacrai, el autor, Flavia Pantanelli, la editora y Mauro Lo Coco, el director editorial, unos momentos antes del inicio de la presentación. Al fondo, los cientos de libros de la Biblioteca Argentina, logrando la ambientación perfecta para el evento.
En la web de la editorial están todas las librerías en donde pueden encontrar Nadie es tan fuerte. En Rosario está a la venta en Mal de Archivo, Oliva y El Juguete Rabioso.
AK: Hace poco presentaste tu último libro, o mejor digamos tu nuevo libro Nadie es tan fuerte. ¡Felicitaciones!
PC: Si. ¡Muchas gracias!
AK: Contaste en la presentación, que es un proyecto en el que venis trabajando hace un tiempo largo ya, ¿no? ¿Cómo supiste cuando ya estaba listo para salir?
PC: Fue una sensación. Varias veces sentí que tenía el libro, pero lo cierto es que algunos cuentos me generaban muchas dudas. Y cuando en 2016 terminé de armar y reescribir el último cuento, miré el conjunto de cuentos y pude tomar la distancia necesaria. Ahí sentí que tenía un libro de cuentos.
AK: Me imagino que debe ser díficil animarse a pensar que ya está. Los escritores pensamos que siempre se puede corregir un poco acá y recortar un poco allá. Es como un vicio.
PC: Si, yo corrijo muchísimo. Me cuesta mucho terminar y estar conforme con los cuentos. Pero en un momento me pareció que sí, y sobre todo, que los cuentos construían un mundo entre ellos. Eso era lo que a mi más me interesaba, que algo uniera esos cuentos de alguna manera.
AK: Nadie es tan fuerte fue editado por Modesto Rimba, una editorial porteña y sos el primer escritor rosarino al que editan, ¿cómo fue eso?
PC: En realidad fue algo fortuito. Conocí a Flavia Pantanelli, la editora, en una entrega de premios de un concurso en San Isidro, donde tanto ella como yo habíamos recibido una mención. Y antes de que nos vieramos personalmente, ella me había enviado un correo electrónico diciendome que había leído otros cuentos míos y que le habían gustado. Entonces, cuando fui a la entrega de premios, le dejé mi libro anterior «La noche en plena tarde». Ella lo leyó en uno o dos días – Flavia es una lectora impresionante – y me hizo una devolución muy elogiosa. A partir de ahi nos pusimos en contacto. El año pasado me pidió permiso para llevar mi libro a diferentes editoriales con las que ella estaba trabajando y a comienzos de 2016, Flavia empezó a formar parte de Modesto Rimba y le presentó mi libro anterior al director de la editorial. Y gracias a que ella leyó mi libro anterior, y confió en que yo podía tener un libro que le interesara a la editorial, me pidieron material nuevo.
AK: Dijiste que conociste a tu editora en un concurso ¿te presentas mucho a concursos?
PC: Ahora hace mucho que no.
AK: Pero si era algo que hacías mucho en tus comienzos …
PC: Si. Todo escritor, sobre todo cuando empieza a escribir cuentos, va probando suerte en los concursos y si lo pensas, yo llego a editar este libro en Modesto Rimba por un concurso al que me presenté en 2013 en San Isidro. Hay como una circulación de textos de concursos y está la posibilidad de que te abran algo. Aparte son pequeños alicientes que uno va teniendo, pequeños incentivos. Es muy difícil para uno saber si el camino que está recorriendo es o no fructífero, si está haciendo algo que le interesa a los demás o no. Y los concursos te ayudan con eso. Hay alguien que no te conoce, que te lee en clave de anónimo y que de alguna manera tu texto le interesa y eso siempre es una ayuda para volver a sentarse a escribir.
AK: Claro, es como un visto bueno que te alienta a seguir! El relato que más me impactó de Nadie es tan fuerte fue «Anidar». La precisión con la que describís lo que lo que pasa a esos dos personajes mientras conversan es maravilloso. ¿En qué pensas cuando te nombro ese relato?
PC: (Suspira…) Pienso que es un cuento que yo quiero mucho. Pienso que es un cuento extraño para mi, para mi forma de pensar mis cuentos. Pienso que es un cuento que arrastra dos o tres preguntas del orden de lo existencial, un lugar al que no suelo acudir y que en general esquivo. Pienso que es un cuento que no sé cómo escribí y que no podría volver a escribir, que es algo que pasó. Tomé algunas notas durante el primer año de mi hijo, y lo escribí recién al año siguiente o más, mucho tiempo después. Algunas ideas fueron decantando y es cierto que desde el principio vi cómo era la escena y cómo funcionaba, y necesitaba que fuera algo muy chiquito, muy mínimo y que transmita algo de esa cosa tan compeja y ambigua que es ser padre. Para mi es un cuento raro, se me hace muy cercano, porque tiene mucho de cosas que viví, pero a la vez, raro como cuento, como forma de contar una historia.
AK: Si te pregunto por tu profesión u oficio como escritor, no se como lo llamás …
PC: Oficio.
AK: ¿Cuándo supiste que eras escritor? Somos muchos los que escribimos, pero muy pocos nos sentimos escritores. ¿Existe ese momento en el que te sentiste por primera vez escritor?
PC: Creo que no es un momento, es algo que va pasando, es un devenir. Creo que uno se encuentra en el lugar del escritor, pero no sabe cuándo no lo fue, no está claro. No es la publicación de un libro, no es ganar un concurso, no es escribir un cuento, nada de eso. Pero yo creo que hay otra pregunta que es más compleja, porque ¿a qué llamamos un escritor? ¿O qué sería ser escritor? Siempre supe que quería ser escritor, pero sobre todo supe que quería escribir. Me da la sensación de que la idea de ser escritor es como una suerte de título con el que queremos que los otros nos reconozcan, pero en realidad lo que yo quiero hacer es escribir y me parece que no es lo mismo. Hay mucho trabajo del escritor que no es escribir. Todo lo que está alrededor de la difusión de un libro, ir a ciertos lugares y tratar de acompañar al libro y ayudarlo, todo eso sí es trabajo de escritor y no es escribir. Si fuera por mi, me dedicaría solo a escribir, pero es cierto que no se puede, porque es una parte que hay que hacer necesariamente si queres que tus libros sean leídos por alguien. Pero no hay un momento, o al menos a mi no me pasó eso de levantarme un dia y decir ahora si soy escritor. Creo que recién hace unos años, empecé a sentir que puedo usar ese mote con libertad y que cuando me lo dicen me reconozco, pero no me parece que sea algo que surja de la noche a la mañana. Uno se encuentra en ese lugar, un poco porque lo siente, un poco por el reconocimiento de los demás, es complejo.
AK: ¿Escribis todos los días? ¿Cómo es tu rutina con respecto a la escritura?
PC: Mi rutina cambió abruptamente con la llegada de mi hijo …
AK: (Nos reímos) ¡Creo que pasa en todas las profesiones y oficios!
PC: Pero antes de eso si, yo escribía todos los días, no mucho tiempo, entre una y dos horas, de lunes a viernes. Ahora, es más esporádico y son como pequeñas entradas que hago en los textos. Depende también de qué esté escribiendo, si estoy en una instancia de corrección o en una instancia de escritura. El momento de escribir un texto, es mucho más arduo y necesito otro tipo de concentración. Cuando ya tengo el texto escrito, el tiempo de corrección puede ser de cuarenta minutos, o un rato que tengo entre una actividad y otra, que aprovecho y corrijo. Intento que toda mi organización me permita dos o tres veces a la semana sentarme al menos una hora, una hora y media, a algo que tenga que ver con la escritura.
AK: Y por último, si te pido que me recomiendes a un escritor o escritora, y en particular un título de su obra, ¿cuál sería?
PC: Voy a darte una respuesta interesada. Si yo tuviera que recomendar a un autor, recomiendo a Chejov, y digo interesada porque es mi gran maestro, es el autor en el que pienso, cuando pienso mis textos. Me parece que, de alguna manera, toda mi escritura le debe mucho a Chejov. Y títulos no, porque tiene 600 cuentos editados, y cualquier selección de cuentos que encuentren y lean, es para mi una experiencia formidable y transformadora.
Por Alida Könekamp
[Fotos: Seba Sierra]